The Wire, la serie con mayúsculas.


Hablar de The Wire es hablar de una de las series más grandes de la historia. De esas que están en el Olimpo de las series. De esas que pueden hablarle de tú a tú a los Soprano y a otras pocas elegidas.

Hablar de The Wire, es hablar, por supuesto, de HBO. La serie es lenta, pero enamora. Es cierto que yo he tenido que hacer dos intentos para verla, porque, en el primer visionado, no me llegó a enganchar, pero una vez superados mis prejuicios y, los ocho primeros episodios, sí, tardé ocho episodios en engancharme, me quedé cautivado con la historia.

En el reparto, destacan Dominic West e Idris Elba. Ambos interpretan a dos personajes enfrentados que, ellos creen que son antagonistas y que, en realidad, son mucho más parecidos de lo que ellos piensan. Uno, interpreta al agente de policía McNulty, el otro, es Stringer Bell, uno de los mayores capos de la droga de Baltimore.

Con unos cimientos sencillos, pero muy bien estructurados, seguimos durante las cinco temporadas que dura la serie, a un grupo de agentes de policía que está dispuesto a terminar con la mayor rede de narcotráfico de la ciudad. Como es lógico, los problemas se van sucediendo uno tras otro y ellos no están tan capacitados como creían para ir resolviéndolos.

Todos los personajes están elaborados con una cantidad enorme de capas que definen su personalidad y las decisiones que van tomando. Por supuesto, esta toma de decisiones, afecta directamente a una narrativa que está tan bien estructurada, que sorprende que haya sido estrenada temporada tras temporada (con el suspense que eso incluye debido a la incertidumbre de las renovaciones) y no de golpe.

The Wire es hablar de las series con mayúsculas. The Wire no recibió nunca el reconocimiento de la crítica, pero no lo necesita. The Wire es grande por sí sola, cosa que vale mucho más que todos los premios juntos.

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