Grace And Frankie. T1

La serie arranca con un capítulo espectacular. Dos matrimonios que llevan casados cuarenta años, se divorcian porque los dos maridos son gays. Ese hecho hace que ambos matrimonios se tambaleen de forma radical. Y, ese es el desencadenante de todo lo bueno que está por venir.

Con un reparto por todos conocidos y, que a varos de ellos les hacíamos ya retirados, Netflix, ha creado una de las series más sorprendentes que recuerdo en mucho tiempo.  Para mi gusto se sitúa un poco por debajo de "El método Kominsky", pero eso no quiere decir que no sea un notable alto. El reparto compuesto principalmente por Jane Fonda en el papel de Grace; Lily Tomlin como Frankie; Martin Sheen interpretando a Robert y; Sam Waterstone como Sol. Nos hacen ver cómo la sociedad no es tan comprensiva como nos hemos hecho creer. Las dos personalidades completamente opuestas de Grace y de Frankie, nos llevan a vivir situaciones de lo más inverosímiles y, por lo tanto, nos hacen divertirnos muchísimo frente a la pantalla. Una, Grace, siempre pendiente de su imagen y del qué dirán, mientras que, Frankie,  es todo lo contrario, prefiere ser feliz a su manera que a estar pendiente de lo que diga la gente.

Su formato de episodios de veinte minutos, nos hacen consumirla de forma rápida y en maratón. También ayuda que sea algo fresco, moderno y, que tenga los elementos clásicos de las sitcom. Los personajes son profundos y tienen diferentes matices dentro de cada uno de ellos. Las situaciones a las que se enfrentan son ridículas y absurdas, pero se sostienen gracias a la buena construcción del guión y de la brillantes interpretaciones.  Quizás por eso la temporada se hizo corta y fue imposible no dejar de verla en ningún momento. Esta  es una de esas joyas que de vez en cuando te encuentras de casualidad buceando en Netflix.

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