The Good Fight no necesita a Trump. T3.

Hace poco escribí la review de la T2 diciendo que iban a por Trump y a por su forma de hacer política y que me parecía una buena idea; ahora, he cambiado radicalmente de opinión.

No tanto por la simbología antiTrump que nos han metido desde el principio de la serie, cosa que puedo ver lógica teniendo en cuenta la relación tan particular que tiene Diane con el partido Demócrata, sino más bien por supeditar toda la atención de la trama a la administración Trump y al partido Republicano. Es cierto que la política siempre ha estado presente en el universo The Good Wife/Fight, pero nunca nos han obligado a comulgar con ruedas de molino. Porque si algo no soporto en esta vida, es que nos intenten imponer qué debemos pensar y a quién debemos apoyar o no políticamente.

Además, no solo se trata de ideología, sino que todo el ritmo que había ganado la serie en las dos primeras temporadas, lo han echado por la borda con dibujos y canciones (literalmente) que, no es que simplemente no aportasen absolutamente nada, sino que lastran la dinámica argumental y la evolución de la narrativa. Otros, se quejan del personaje de Roland Blum, pero a mí me parece que puede ayudar a que las asociadas más jóvenes (pasaré a describirlo acontinuación) crezcan por lo que realmente se merecen. Es cierto que es un personaje que, más pronto que tarde, terminará por quemarse si no consigue encontrar una cierta estabilidad, pero a mí, particularmente, me gusta.

En cuanto al argumento de la temporada, vemos como Lucca tiene que hacerse cargo de su hijo como madre casi soltera, porque al final de la segunda temporada, todavía no había aceptado la propuesta de matrimonio que le había hecho el fiscal. Por otro lado, tenemos a una Marissa Gold que cada vez se parece más a su padre, supongo que será genética y por esa buena relación que vimos que tenían en The Good Wife.

Y ahora viene lo gordo de la temporada. Al principio, en el primer episodio de esta tercera temporada, aparece Roland Blum (Michael Sheen), un abogado histriónico, drogadicto y muy particular. A Maia le toca lidiar con él y con sus peculiaridades, cosa que la hace crecer sí, pero que también la termina costando el puesto en el bufete por una trampa que le tiende Blum. Gracias al despido de Maia del bufete de Reddick, Boseman & Lockhart, termina trabajando como teleoperadora en una agencia de consultas legales por teléfono. Y, cuando por fin consigue hacerse con todas las triquiñuelas de su nuevo trabajo, reaparece Roland en su vida. Él la ofrece formar un bufete conjunto y ella, por supuesto, acepta. Este hecho la genera una enemistad con Diane y, la pérdida de amistad con Marissa. Aunque supongo que, con el paso de los episodios, Maia y Marissa harán las paces.

Maia sigue alguno de los pasos de Alicia Florrick, pero sigue manteniendo toda su esencia como Rindell y eso me gusta mucho. Creo que es a la protagonista que más he echado de menos durante el transcurso de varios episodios de la temporada. Merece los minutos en pantalla que le han cedido a Donald Trump.

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