The Affair: un viaje de cinco temporadas.
El otro día leí, más bien, ojeé, un artículo que decía
muchas chorradas sobre el personaje de Noah Solloway en The Affair. También las
decía sobre Mad Men. Todo era un conjunto de gilipolleces bastante notable. Es
como si nunca hubiesen visto la serie o como si no tuviesen ni idea de qué
evolución llevan los personajes y las tramas.
El resumen del artículo es sencillo, “Gracias al MeToo se
acaba con los personajes heteropatriarcales”. Santo Dios, lo primero,
menudo “palabro”, lo segundo, el MeToomentodo (palabra acuñada por Emilia
Landaluce) les sirve para todo. Da igual qué leas, veas o escuches, todo está
mal. No les gusta absolutamente nada.
La serie (The Affair) no va de que un hombre blanco le sea
infiel a su mujer. La serie va sobre como un conjunto de personajes rotos
quieren recomponerse y buscan una salida que, en realidad, les hunde un poco
más. Y cada vez que quieren salir a flote, toman, nuevamente, la decisión
equivocada.
La serie va del viaje de esos personajes. Les acompañas
durante cinco temporadas buscando respuestas a lo que ellos mismos son. Lo
mismo le pasa a The Leftovers. De hecho, creo que esta sería la comparación más
precisa entre ambas series. Es cierto que, con la duración que tiene The Affair
(5 temporadas, alguna más larga que las otras), los altibajos lastran un poco
los hechos. En la tercera temporada, cierran más o menos todos los hilos
argumentales que, al comienzo de la cuarta, reabren de una forma un poco menos
notable. Sin embargo, la quinta vuelve a su cauce. Cambian algunas cosas, pero
el arco principal está muy bien llevado.
La última temporada sí se ubica en el “MeToomentodismo”,
pero habla de las consecuencias de una serie de actos que no sabemos si han
pasado o no. Con eso han jugado durante toda la serie y no pueden hacernos
comulgar con ruedas de molino. La ola de lo “políticamente correcto” (me
río yo de eso), terminan machacando a unos personajes que ya estaban
completamente molidos.
The Affair es tan buena como dicen, pero me pregunto qué es
lo que hubiese pasado si el movimiento MeToo no fuese la “tendencia”
del momento en Hollywood. Quizás la última temporada fuese completamente
distinta. Quizás no culparían al protagonista, Noah (Dominic West), de las
decisiones que ha tomado para proteger a toda la familia. Porque sí de algo se
le puede culpar a Noah, es de querer siempre lo mejor para su exmujer, Helen
(mujer al principio de la serie) y para sus hijos. Ha cometido errores en su
vida, exactamente igual que hemos hecho todos, pero no merece ser culpabilizado
de todo lo pasa a su alrededor.
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