The Crown. T2.
Esta temporada, tiene algo más de dinamismo que la anterior (no
quiere decir que la anterior no tuviese ritmo, pero sí tiene pisado un poco más
el acelerador). Los personajes y los hechos son más reconocibles, alguna
caracterización chirría, pero es solo en momentos muy puntuales. Sin embargo,
lo que sí me siguen pareciendo surrealistas son los momentos “privados
e íntimos” entre los dos monarcas. Más que nada, porque no me creo nada de
lo que me cuentan.
Quitando esos minutos, la dramatización sigue siendo
soberbia; las interpretaciones, muy espectaculares y los decorados, fabulosos.
Esta es la última temporada con Claire Foy y Matt Smith (como actores
principales, de hecho, ya se sabe que en la cuarta temporada volverán a salir
para contarnos momentos del “pasado”) y, su sintonía es mágica.
También representan a la perfección el peso de la corona y cómo están
condenados a estar el siempre juntos. Sí que se podría decir que esto último es
redundante, caramba, y lo seguirá siendo siempre. Diablos, con la monarquía
hemos topado.
El capítulo que más me ha gustado de esta temporada ha sido en
el que hablan de los tejemanejes del anterior rey (antes de que Jorge heredase
la corona y, posteriormente, Isabel) con los Nazis. Ese astuto movimiento entre
el servicio secreto británico, sin James Bond de por medio y, el gobierno
estadounidense, es digno de enmarcar. Dios salve a la reina.
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